Incondicionales de la temporada, las castañas se seleccionan teniendo en cuenta el estado de su cuero externo. Una corteza brillante y lustrosa da fe de su calidad. Y, una vez cosechada, nunca cruda sino siempre cocinada, no solo está bajo el mandato de los castañeros que ofrecen un poco de calor, en forma de un cucurucho humeante, durante época de bajas temperaturas… Porque es un hecho. Por pequeñas que sean, en la cocina las castañas son matonas. Potencian el sabor de los mejores platos del recetario de esta temporada, enteras o en puré: cocidas, asadas, para rellenos, como guarnición… combinan de lujo con todo tipo de aves y carnes, así como con verduras. Son un accesorio o complemento, según se vea, según se desea, indispensable durante el otoño-invierno, llegando a su apogeo en las mesas navideñas, cuando brilla por su potencial.
PERO TAMBIÉN SON PROTAGONISTAS DEL SACROSANTO RITUAL FINAL DE CUALQUIER BUENA MESA: EL POSTRE. SÍ, LAS CASTAÑAS SON CARNE DE REPOSTERÍA: EN CREMAS, MASAS, GLASEADO O HASTA DONDE OPERE LA IMAGINACIÓN.