Esta hortaliza propia del invierno, que ya consumían los antiguos griegos y romanos, es apreciada tanto por sus virtudes saludables (alto contenido en fibra, vitaminas y minerales; poco calórica, depurativa y con los ácidos necesarios para reducir el colesterol) como por su rica polivalencia. Cruda, salteada, en crema, horneada, a la brasa, frita, rellena o para relleno, plato principal, acompañamiento o incluso en infusión, su delicioso sabor hace de la alcachofa una gran aliada culinaria. Para ello, en España, tenemos como variedad la Blanca, también conocida como De Tudela, la cual se cultiva en diferentes zonas del territorio: Navarra, Benicarló (con DO), Reus, El Prat de Llobregat, La Rioja o Murcia.
Un placer verde para los sentidos que incluso inspira a escritores como Juan Cervera Sanchís, quien le dedicó el siguiente verso: “La alcachofa es cautivadora (…). Ella, tan bella y tan alimenticia, cuyo estelar papel en nuestra dieta; su autoridad subraya en nuestra mesa”.
Hoja por hoja, se deshoja. Como una provocación, un juego de seducción que abre el apetito poquito a poco… hasta llegar a su corazón: tierno, meloso, sabroso y jugoso.
