En cuanto a sus usos culinarios, se puede consumir fresca, despellejada grano a grano; macerada con miel, zumo de limón, naranja o mosto de uva; como acompañamiento de algunos postres, como el yogur, o como un ingrediente más de las ensaladas a las que aporta color y textura. También se puede desecar y usar como especia o emulsionar como jalea, mermelada, helado o smoothie. Como jarabe, se convierte en granadina, apreciada tanto por maestros reposteros como para la coctelería, así como por aquellos chefs que la usan para potenciar salsas y reducciones y dar la nota en platos cárnicos. Carnosa como ninguna otra fruta de otoño, las innumerables propiedades de sus rojizos granos la convierten en la superfruta de la temporada.